Lo que escuche cuando me cantabas

Una de las canciones que más huella han dejado en mi vida es Pasaje de Napoleón, aunque ahora que escribo me doy cuenta de algunas cosas que no cuadran, ja ja, asi pasa cuando sucede.
Definitivamente NO me gustaría regresar a ninguna etapa de mi vida, hubo cosas bellas en todas las etapas pero también mucho que mejor ni recordar, pero vamos solo de poder ser posible ese viaje al pasado, la infancia pero aquella en donde uno es un bebé y tal vez hasta los tres años eligiría para volver.

Ahora que tengo sobrinos me doy cuenta que esa etapa uno es bien amado, consentido, mimado y un ángel sin alas cuya única preocupación es ser feliz, juegos y juguetes todo el día y cariños dados y recibidos sin tener que dar nada a cambio.

La infancia es una bella etapa aún cuando los tormentos comienzan a los seis años (yo me adelante y comence a los cinco) cuando se ingresa a la escuela, cuántas cosas ocurren en ese rincón y aunque los festivales donde nos disfrazan de todo y nos ponen a hacer el ridículo a cada rato, las manualidades y hasta la primera trompada son materias a acreditar también, no es cosa del otro mundo.

Un niño es la inocencia, la espóntaniedad, la verdad sin intensión de incomodar, pero también es absorber las cosas que los adultos hacen según ellos a escondidas y que con la excusa de que no entiende pues se le da por hecho que tampoco lo afectan; pero un niño no es ciego y ve que los problemas económicos afectan, que los adultos tristemente mienten y pelean por cuestiones de dinero; un niño no es sordo y escucha las maldiciones, los enojos, los pleitos; un niño no es tonto y sabe bien cuando Mamá llora por culpa de Papá.

Y la infancia afortunadamente dura un buen tiempo, nos da la oportunidad de tener amigos sin buscar beneficios, de conocer el llanto de perder un amigo con un clásico "cortalas" pero recuperarlo sin tener que hacer nada más que un simple "chocálas", hasta se conoce el amor de muchas formas, la compañerita que se sienta en el púpitre de al lado, la maestra que nos mece el cabello y nos alienta con su dulce voz, el amor a los hermanos compañeros de juegos y aventuras, a los amigos y por supuesto al balón con que se juega en las calles.

Pero nada es para siempre y un buen día se crece y la magia se termina, el pasaje es solo para la ida, que curiosamente sabemos cual es pero nos da un miedo tremendo enfrentar y aceptar, pero la muerte no es tan mala como nos la pintan, es el lugar al que realmente nos dirigimos, es el final del viaje y hay que llegar alegres aunque se hayan tenido que tirar muchas lágrimas en el camino.